Opiniones

Rolando Hanglin
Exclusivo para Gracias Messenger
(Gracias Pablo Pérez Iglesias)

Internet cambió nuestra manera de relacionarnos. El sistema de email y de chat hace que las asignaturas pendientes no estén tan pendientes. Es una ventana permanente abierta a las posibilidades. Una novia que se dejo o que te dejo, o una ex esposa tiene su email personal y eso nos da el acceso a reciclar cosas. O bien, a encontrar otras historias.

Puede ser dentro de tu ciudad, en una ciudad diferente, en otra provincia de tu país e incluso fuera de tu país. La gente puede viajar, puede moverse. No tanto como se piensa. Pero la suma de todo esto te abre la ventana a las “Fantasías”

No siempre estas se pueden llevar a la realidad. Muchas veces, de repente inicias un dialogo loco o surrealista con una mujer que, por ejemplo, vive en México y que parece ser el amor de tu vida. Surge una pasión fogosa difícil de explicar. Pero México no es cerca.

Y cuando llega el momento de concretar, no hay ni siquiera la posibilidad de ir a México o de que ella venga para aquí. Tal vez porque es casada y vos también. O tal vez no. Pero el pasaje cuesta dinero. Todos tenemos que trabajar. Nadie tiene Tiempo. Y tener 15 días libres para irse a otro país e iniciar una aventura, no es tan simple. En realidad es imposible.

Es más aún, ni ella ni uno se arriesga a ir a poner su verdadera cara, porque uno se ha pintado o perfilado como un “galán”, como un “pavo real” y después van a encontrarse con el tipo real, que tal vez no es lo que uno pintó. O el otro idealizo. Lo que uno ve, son palabras en una pantalla que luego se borran. Y nada más.

Además, la otra persona puede ser una vieja que se hace la joven. O un viejo que se hace pasar por joven. O dos personas. Es decir, puede ser cualquier cosa. Las efectividades conducentes vienen después. En el momento del encuentro real.

El asunto es que este es el “aspecto absurdo” de Internet. Pero también existe el aspecto real: restablecer contacto con personas que no están cerca o que se han perdido de vista. Es muy simple conseguir el email de alguien que buscamos.

Por eso sucede ahora que las parejas o los matrimonios, tienen que afrontar pruebas bravas. Porque son sacudones los encontronazos con otras personas. Antes, por supuesto, también se daban. En una fiesta te encontrabas con una ex o con una mujer que te atraía o con algo que quedo pendiente. Siempre hay pendientes en la vida. Y ya sabes que si volves a encontrarla, te va a volver a gustar. Internet te da la posibilidad hoy de “volver a encontrarla”.

Internet puede llegar a ser un rompe hogares. Sin dudas eso lo veremos con el tiempo. Porque también hay que tener en cuenta que las parejas que no fueron, por algo no lo fueron. Por algo siguen siendo pendientes. El asunto evidentemente no tenía la fuerza que parecía tener. O sea, cuando uno, gracias a Internet, ha rebobinado varias asignaturas pendientes y las hizo, se da cuenta que por algo antes tampoco fueron.

Yo no soy usuario de chat. Solo escribo email. No tengo habilidad, mas no me interesa. El email es práctico, rápido y te comunicas con quien deseas. Conozco todos los demás sistemas, los he visto pero no soy un usuario de ellos.

Para resumir, quiero decir que habrá que ver si el Messenger será un rompe hogares o un rompe parejas o nada más que un “cuco”. Muchas veces sucede que las nuevas herramientas tecnológicas parece que van a cambiar el mundo.

Y después no cambian tanto. Son sólo una herramienta.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------
Lic. Ezequiel LÓPEZ PERALTA
LAS NUEVAS DIMENSIONES DEL SEXO
Exclusivo para Gracias Messenger

Ezequiel López Peralta es Licenciado en Psicología. Especialista en Sexología Clínica acreditado por la Federación Latinoamericana de Sociedades de Sexología y Educación Sexual (FLASSES). Docente invitado del “Master en Educación Sexual, Terapia Sexual y Género”, Universidad de La Laguna, Tenerife (España); Instituto de Terapia de Pareja y Familia ITAD, Madrid (España); Sociedad Ecuatoriana de Sexología (SESEX); Colegio de Psicólogos de San Luis, San Juan y Mar del Plata (Argentina); CETIS (Centro de Educación, Terapia e Investigación en Sexualidad), Buenos Aires (Argentina). Ex Docente Regular (concursado) de la Cátedra Sistemas Psicológicos Contemporáneos II de la Facultad de Psicología (Universidad Nacional de Mar del Plata). Director del sitio web de sexología y educación sexual www.aprendosexo.com Se desempeña activamente en los medios masivos de comunicación, participando como columnista estable en numerosos programas por radio, televisión y medios gráficos referidos al tema en las ciudades de Mar del Plata y Buenos Aires y a la vez interviniendo como entrevistado en programas especializados y de interés general con un promedio de 200 entrevistas anuales.
Dicta cursos y talleres de sexualidad para profesionales y público general en la República Argentina, España, Ecuador, Chile y otros países latinoamericanos. Es Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) en la cual integra la subcomisión de “Medios y propaganda”, y Miembro Titular de la Asociación Española de Especialistas en Sexualidad (AEES).


La sexualidad en lo referente a las creencias, expresiones y comportamientos (en definitiva, su esencia) está sufriendo cambios en los últimos tiempos que hasta hace pocos años eran absolutamente impensados. Por dar algunos ejemplos:

-La epidemia del SIDA (a la que se suma la reaparición de Infecciones de Transmisión Sexual como la Sífilis, Gonorrea, Hepatitis B, etc.) que liga de manera directa la sexualidad (básicamente sinónimo de placer y de vida) a la muerte y el sufrimiento (independientemente de los avances médicos que puedan haberse producido últimamente).

-El afianzamiento y legitimación (incluso en algunos casos legalización) de las minorías sexuales, lo cual nos encamina hacia una sociedad POLISEXUAL regida en todo caso más por las leyes del deseo que por los mandatos y represiones culturales.

-Los cambios en las relaciones de género que obligan a varones y mujeres a repensar su manera de posicionarse en la sociedad y, particularmente, en lo referente a los roles que asumen en la pareja y la relación sexual.

-La clonación y las técnicas de fertilización asistida, tema polémico que nos lleva inevitablemente a una conclusión: es posible generar vida sin necesidad de un acto sexual.

-Y por último (aunque podría seguir desarrollando otros puntos) el sexo virtual que da lugar a la creación de una nueva dimensión de la sexualidad que no depende del contacto sensorial.

Para introducirnos en el tema, nada mejor que un ejemplo tomado del programa “Real Sex” emitido por la señal “I-Sat”, que describe una escena representativa de este modo de experimentar la sexualidad.

Una pareja frente a la computadora, con la expectativa de una experiencia diferente. Del otro lado, quizás a miles de kilómetros, una mujer sola, también conectada a la red. Por obra del azar informático, se produce el encuentro al acceder ambas partes a una página sexual con canales de chateo.

MUJER: “He fantaseado esta historia, ¿quieren jugar?”, tipea.
PAREJA: “Ella anda sin rodeos” comentan. “Bueno, cuéntanos tu historia nena”.
MUJER: Se sacude el cabello. Se acomoda y comienza a husmear en su fantasía. “Náufragos en el espacio. Puedo oler a otro ser en la nave. Una pareja del primer humano. Puedo oler su semen en la piel de ella. Introduzco mi lengua en los pliegues de su cavidad. La pruebo. Saboreo este ser. Abre tus piernas humano. El pone sus fabulosas manos bajo tu suéter, y dime como se siente.”

El clima es cada vez más fuerte. De una y otra parte, la luz es tenue y el erotismo se respira en cada instante.
PAREJA: Él la empieza a tocar, tal como le indicaba la historia, mientras le dicta a su mujer “tiene unas manos maravillosas”.
MUJER: “Quítale el suéter” ordena la mujer solitaria, cada vez menos sola.
PAREJA: Ella se quita el suéter y escriben “juego con sus pezones, se hinchan. Él aún no está listo. ¿Estás en casa? ¿Estás tan desvestida como yo?”
MUJER: (mientras acaricia su piel ya sin ropa alguna) “Si, bastante... desvestida con manchas de vino por mis senos”, mientras desliza suavemente unas gotas de vino tinto sobre sus pechos.

Las velas se apagan. El fuego de la pasión se ha encendido y cada uno desde su fantasía, construida conjuntamente con alguien que probablemente jamás van a conocer, busca a su modo la satisfacción sexual.

Ésta es una de las tantas posibilidades que el sexo cibernético brinda a sus usuarios. En otros casos, se incluyen unas pequeñas cámaras de vídeo conectadas al ordenador que permiten el intercambio de imágenes en vivo, y un micrófono para sustituir las frases escritas por la voz.

Sabemos que muy pronto contaremos con equipos compuestos por un traje con sensores en múltiples puntos del cuerpo, un casco de realidad virtual y un software especial para introducir al usuario en una vivencia sexual “casi real”, pudiendo relacionarse con un compañero/a a la distancia o con una persona creada a gusto y placer. Y las alternativas de placer virtual que pueden aparecer en escena son infinitas, sobre todo considerando el avance sideral e impredecible de la tecnología informática.

Si pensamos específicamente en el chateo por medio de programas como el Messenger, se dan una serie de fenómenos muy interesantes para el análisis psicológico y sexológico:

1.- El predominio de la fantasía. La interacción en dos dimensiones facilita el desarrollo de las fantasías que tiene que ver en todo caso con nuestro deseo y nuestros ideales de pareja y amante. Las relaciones en 3D permiten percibir una serie de señales y mensajes que nos acercan más o menos rápidamente (según la ocasión) a lo que es el otro y por lo tanto la fantasía se limita por el mayor alcance de lo que percibimos. Por el contrario, la relación por chat aunque incluya la voz, la imagen y las palabras leídas o escuchadas, facilita que le adjudiquemos a nuestro interlocutor un lugar idealizado. La ilusión aumenta, la creencia de que esa persona es la que tanto tiempo estuvimos buscando se afianza y por supuesto que ante la concreción de un encuentro físico, las probabilidades de una fuerte frustración (inversamente proporcional a la idealización) son altas. Los olores, las miradas, el contacto de la piel, la manera de actuar, algunos detalles físicos y otros tantos aspectos antes no percibidos aparecen de repente y tienen efectos determinantes.

2.- En relación con lo anterior, la sexualidad desarrollada en la dimensión virtual no deja de ser el despliegue de nuestras fantasías sustentado por la tecnología. En el diálogo se da un juego de mensajes que, como en el ejemplo anterior, permite llevar a cabo (en un plano más cercano a la realidad corporal que en la fantasía en soledad) determinados deseos que de otra manera quizás sería difícil cumplir. Miles de varones y mujeres cumplen de esta manera fantasías homosexuales, bisexuales, sadomasoquistas, grupales, swingers, exhibicionistas, voyeuristas, transvestistas, o sencillamente liberan determinados comportamientos (palabras, gestos, roles, etc.) que de otra forma son impedidos por el pudor.

3.- Por lo tanto la sexualidad experimentada de esta manera nos acerca más al deseo puro (sin “filtros”), a las fantasías sexuales diversas que si fueran implementadas en un plano físico darían lugar a pensamientos o emociones difíciles de tolerar o procesar por el individuo: culpa, vergüenza, angustia, miedo…

4.- También tenemos conocimiento de casos en los cuales el ámbito virtual es utilizado para canalizar fantasías “parafílicas” (es decir perversas). Un caso típico es el de la paidofilia o pedofilia, que se refiere a las fantasías y/o comportamientos sexuales recurrentes que incluyen algún tipo de interacción sexual entre un adulto y un niño. Muchos adultos (en general varones) aprovechan este medio para vincularse con niños y seducirlos a los fines de una práctica sexual virtual o eventualmente real.

5.- Como vimos en el ejemplo del principio, y considerando el efecto que el erotismo virtual tiene sobre las fantasías sexuales, puede ser utilizado por parejas y personas solas para tratar determinado tipo de disfunciones sexuales, especialmente aquellas que tienen que ver con la disminución del deseo o “Deseo sexual hipoactivo”. Al permitir activar (o reactivar) los pensamientos positivos y excitantes, el deseo sexual se incrementa y empuja a la persona hacia la actividad sexual en alguna de sus formas. Pienso particularmente en parejas de muchos años de convivencia, aburridos como producto de la rutina y el descuido de su erotismo cotidiano, que encuentran en el sexo virtual un camino posible de diversificación de sus juegos sexuales sin los “riesgos” que puede deparar llevar a cabo esos actos en otros planos.

6.- Una implicancia interesante desde el punto de vista profesional, es el caso de aquellas personas que canalizan su sexualidad de manera mayoritaria o eventualmente exclusiva por la vía virtual. Al tratarse de un modo relativamente sencillo en cuanto al acceso a un “partenaire” sexual, sin compromiso afectivo, con bajo riesgo de fracasar en lo referente al rendimiento genital, con peligro nulo de contagio de enfermedades o embarazos no deseados, sin exponer el cuerpo (lo que a veces resulta traumático si no tenemos una autoimagen corporal positiva), y además con la oportunidad de dar rienda suelta a nuestras fantasías más ocultas… resulta tentador, ¿no? Sobre todo en una sociedad posmoderna en la cual todos estos aspectos constituyen trabas para la gratificación sexual en el plano de la relación “en vivo”. Los sexólogos vemos permanentemente en nuestra consulta cotidiana varones y mujeres que experimentan una sexualidad inhibida por la no aceptación de su cuerpo, la dificultad (por timidez y ausencia de habilidades sociales y sexuales) para tomar contacto con una eventual pareja sexual y/o afectiva, el temor al fracaso o a no responder a las expectativas de los demás, el miedo a contagiarse una enfermedad o a un embarazo no deseado, la dificultad para emprender una relación comprometida afectivamente y el temor al rechazo o a proponer fantasías que den lugar a burlas, degradación o incluso abandono.

En definitiva, tenemos que reconocer que se trata de una nueva realidad que está entre nosotros. Y en todo caso mi preocupación es que esta realidad se pueda canalizar de manera tal que contribuya a desarrollar nuestra sexualidad y enriquecerla, conduciéndola por caminos que antes no existían ante nuestros ojos. La sexualidad virtual no es buena ni mala en sí misma. La historia está plagada de situaciones que nos hacen pensar que un descubrimiento o invento en sí no tiene valoración propia, sino que la misma depende de cómo y con que fines se utilice.

Tenemos riesgos y tenemos oportunidades. El desafío que nos toca en este sentido (especialmente a los profesionales y todos aquellos formadores de opinión) es entonces minimizar los riesgos y amplificar las oportunidades. Eso implica superar la resistencia a las nuevas tecnologías, e integrarlas para convertirlas en herramientas de cambio para una mejor calidad de vida.
------------------------------------------------------------------------------------------------------
Rubén Slavin – Psicólogo
VIVA EROS
Exclusivo para Gracias Messenger

Voy a hablarles de LA PRIMERA FASE DE LA COMUNICACIÓN.
Es por lejos la más difícil. Va desde el momento en que conocemos a alguien que nos interesa especialmente, hasta que “rompemos el hielo” y comienza una comunicación más fluida.

¿Quién nos interesa especialmente?
Alguien en quien podamos depositar expectativas, fantasías de un futuro en común. Alguien de quien podamos suponer que tiene “algo” muy valioso adentro. Luego de esta depositación, esa persona se vuelve lo más importante para nosotros, alguien a quién ya no podemos perder:

Comienza ahí la guerra entre EROS y THÁNATOS. EROS: el erotismo y la vida. THÁNATOS: la destrucción, la muerte, la pérdida. Si perdemos a ese objeto caemos en el dolor más brutal y la sensación de muerte nos gana.

¿Y cuándo “se rompe el hielo”? Cuando empezamos a soltarnos. Cuando empezamos a manejar nuestro cuerpo más o menos a voluntad. La comunicación directa, cara a cara, es la que presenta más variables y más posibilidades. Uno tiene ahí adelante, cuerpo e imagen del otro...¡Y viceversa! Ahí está nuestro cuerpito, también, tratando de impresionar favorablemente. Nos demos cuenta o no, es así.

Cuando estamos ante otra persona que, para nosotros, tiene cualidades sensuales o sexuales, es decir, cuando el otro nos calienta, cuando el otro es el famoso “objeto sexual”, o, como les decía, cuando suponemos que tiene ese algo tan valioso en su interior, suelen suceder varios fenómenos en nuestro cuerpo: inhibición, nerviosismo, transpiración incontrolable, nos ponemos colorados, nos tiembla la voz, no encontramos las palabras, perdemos totalmente la soltura, no damos pie con bola, nos ponemos totalmente tarados y nos juramos no exponernos nunca más a eso.¡Son muy pocos los sueltos y desinhibidos!

Si se produce ese extraño pero frecuente fenómeno que hace que el otro nos importe mucho, que lo deseemos, que lo amemos –EROS de por medio– pasamos a depender de su opinión y de su posible descalificación. Perdemos nuestra libertad y pasamos a estar DOMINADOS. No podemos perderlo porque caemos en manos de Thánatos!.

Nuestros amigos enseguida notan algo: cambiamos mucho, dejamos de ir a lugares que solíamos frecuentar, dejamos actividades que solíamos hacer, terminamos peleándonos con ellos porque nos dicen lo que piensan, o porque nos ponen en la disyuntiva: ¿ella o nosotros?

Y la elección es ella. Del mismo modo si hablamos de una chica, no es cierto? Acá es igual para ambos sexos. Nuestra familia también lo nota enseguida. ¡Se arma cada triángulo! Mamá ella y yo, por ejemplo. ¡Se arma cada quilombo! Y uno, en esos momentos, entiende perfectamente lo que habrá sentido el pobre de Tupac Amaru.

Todo esto caracteriza la primera fase de la comunicación. Quien no puede enfrentarlo, se aísla, llegando a veces hasta una verdadera fobia. Claro que las consecuencias que trae aislarnos de las personas que más nos atraen son muchas. ¡Cuantas minas que NO tengo!

Porque uno aspira a tener. ¿Qué hago si no tengo?: deseo tener. ¿Y si tengo algo?: deseo tener más o bien tener otra cosa. La insatisfacción ronda. No se puede estar bien si uno no se despliega con soltura en ese campo. Y repito: son pocos los sueltos y desinhibidos cuando hay un verdadero interés en juego.

De ahí que las alternativas que abren la computadora e Internet para esta “primera fase de la comunicación” son más que importantes. Porqué? Primero que nada porque brinda anonimato: puedo comunicarme sin que sepan quién soy; puedo ir mostrándome a mi ritmo; puedo ir analizando al otro, puedo jugar más libremente, puedo seducir (total, si quiero me borro), puedo pasarme un poco de la raya (total, si quiero también me borro).

¡¡Pero ojo!! Pese a la distancia, pese al anonimato, lo fundamental de la comunicación funciona. De tal forma que se puede producir –y se produce– un verdadero enganche con el otro. O sea: CUPIDO TE FLECHA VIA INTERNET. Es más: a la sombra del anonimato, uno fue más sensual, más lanzado y más atrevido que frente a frente. ¡Jugamos con fuego! Podemos ganar, podemos perder, podemos gozar, podemos sufrir. Gozaremos y sufriremos, seguramente.

La primera vez que oí hablar del chat fue por intermedio de una paciente, de esto hace unos años. Ella hacía rato que se había separado. Su vida consistía en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. ¿Cómo conocer a alguien, se decía? Imposible. ¿Ir a un boliche, sola? No, no era su estilo. ¿Entonces? Ahí encontró el chat y empezó sus incursiones. Cada vez se acostaba más tarde: le ganó la pasión. Le duró dos años. Salió con varias personas y terminó haciendo una pareja estable con una de ellas.

Muchas personas, hombres y mujeres dicen: “Tengo el deseo de chatear aunque todavía no lo hice nunca. Es mi primera vez”. ¡¡ Siempre hay una primera vez!! ¿Vieron? Y si, es así la cosa. Siempre es un examen, un nuevo examen. Otro examen. Y hay que pasar por él. Cuando nos metemos en el chat, antes que nada, sentimos una sensación extraña. Más que una, varias sensaciones. Inclusive contradictorias. Al pensar que voy a comunicarme con alguien en el chat –esa primera vez, pero también, en menor escala, las veces siguientes– aparece una excitación, un nerviosismo, un miedo. Hay algo de “primera cita”.

Nos preguntamos: ¿es seguro que el otro no puede saber quién soy, adónde vivo, cuál es mi teléfono? Hay cierta paranoia...casi terror. ¿Y quién es el otro? ¿Será lo que dice ser? ¿Qué tanto de mentira, qué tanto de verdad habrá? Se despiertan esos nervios de estar ante un “otro” que puede ser nuestro ideal, positivo, pero también negativo. Nuestro mejor sueño o nuestra peor pesadilla. Multitud de fantasmas pasan a acosarnos: dudas, conflictos: ¿Lo hago? ¿O no lo hago? Deseo hacerlo. Deseo jugar. Aunque sé que es jugar con fuego. ¡Ma sí! ¡¡ Allá voy!! ¡Que Dios y La Patria me lo demanden!!Y establezco el contacto.

Luego, palabra va y palabra viene, ese “otro” empieza a constituirse en mi obsesión. A partir de ahí todo se torna muy importante: cada palabra, cada silencio...“cómo si fuera esta noche la última vez”. Aparece el miedo a fallar, a errar, a decir algo inapropiado, algo que rompa la magia en una situación que ya se volvió trascendente, única. Ese miedo a fallar en esa situación, a perder ese objeto.

La segunda vez que me nombraron el chat fue a partir de otra paciente. Ella había notado un paulatino alejamiento de su pareja y sospechó. Como el marido pasaba varias horas al día conectado a Internet y ella no entendía nada, apeló a su primo, experto en computadoras. Con éste descubrió una serie de emails muy incriminatorios y algunos restos de comunicaciones en el chat. La cosa terminó en separación. Algo que sucede a menudo.

De todos los modos de contacto posibles, el Messenger es el único que permite ese juego, ese intercambio anónimo, pero jugado, como todo intercambio, entre dos sujetos. Con todos los condimentos. Podemos encontrarnos tanto con el “objeto” de nuestro deseo como con la fantasía más destructiva. Y a veces, ambas cosas son una misma. Porque –a veces– satisfacer nuestro deseo puede destruir algo “vital”.

Por ejemplo, recuerdo a un paciente que tenía un amor imposible. Era la mejor amiga de su mujer. Y él nunca iba a intentar nada. Lo dejaba así a propósito. Esa posibilidad iba a quedar ahí, sin madurar, sin llevarse a la práctica. Porque, si él intentaba algo ¿qué pasaría luego? ¿Qué pasaría después? Seguramente aparecía el miedo al vacío, el miedo a la falta de deseo, el miedo a la depresión. Ese deseo insatisfecho lo resguardaba de todo eso. Porque qué pasa después?, ¿Cómo sigue la película? ¡¡ De qué nos agarramos???

Uno vive agarrándose a algo, a lo que puede, como Tarzán, de liana en liana. Y que no nos falte la liana!! Porque siempre está la posibilidad de caer, de caer en ese pozo interno, de no saber qué hacer.

Las mayoría de las veces uno no es tan cauto. Arriesga y que pase lo que Dios quiera. El enganche con el otro es pasión, es deseo, es amor. Una vez establecido, qué sucede? Pues sencillamente empezamos a desear algo más. Y en ese punto volvemos a dar con lo que queríamos evitar: la adrenalina y el nerviosismo que aparecen al pensar que podría suceder algo más: un encuentro. Deseamos ver al otro. Deseamos ese encuentro pase lo que pase, aún con todos los miedos del mundo.

Pero no empezamos de cero: ya rompimos el hielo, ya construimos cierta relación. Por supuesto que hay peligros. Muchos peligros. Pero no más que salir a la calle, no más que salir a la ruta, no más que vivir y ser. Ante ese peligro, el represor interno nos dice: “No lo hagas. La computadora es una Caja de Pandora con oscuros y solitarios caminos donde te perderás!”. Es verdad que hay peligros, tanto de adicción como de pasarse de mambo.

Yo digo: es verdad que jugamos con fuego: ¡Pero aprendamos a hacerlo! ¿Acaso por los peligros de la ruta no salimos a ella? ¡Si! No renunciemos a vivir!! No nos auto-reprimimos hasta ese extremo. ¿Y qué es aprender a jugar? Es crecer y madurar.

Y uno crece a través de las sucesivas experiencias. Primero con ensayo y error. Luego, a medida que pasa el tiempo, uno va viendo cierto patrón en los errores que comete. Empieza a observar que “choca siempre con la misma piedra”. Eso se llama “compulsión a la repetición”. Es inconsciente, no lo manejamos. Nos lleva de las narices. Nos vive, no lo vivimos. Y casi siempre termina mal. A veces no podemos solos con eso: ahí aparece el psicoanálisis: el único tratamiento que puede acceder a ese programa repetitivo y modificarlo. Y sólo modificándolo se pone linda la cosa porque puede cambiar y por ende puede terminar bien.

Recién nombré al represor, el que dice que “no juegues”. El hecho es que hay represión y en cantidad, tanto externa como interna. Estamos marcados por la represión desde el vamos. Es más: es parte de nuestra estructura psíquica. Hemos sido forzados a abandonar nuestros objetos del deseo desde que nacemos: mamá, el pecho, el chupete. Todos se volvieron objetos prohibidos, objetos tabú que debimos dejarlos. Educados desde un principio, reprimidos desde el vamos.

Hasta cierto punto está bien, es inevitable, es estructurante. No podemos tomar lo que se nos da la gana. Por lo menos no directamente. Hay que dar los rodeos necesarios para lograrlo. Hasta cierto punto está bien. Pero sólo hasta un punto. Muchos estamos discapacitados por la auto-represión, amputados, divididos, completamente esclavizados, tan “normalizados” que damos asco.

Tenemos una vida ínfima, pero segura. ¿Segura? Si cada segundo nos acerca a la muerte. ¿Segura de qué? El que no arriesga igual pierde! Y el que arriesga se siente vivo, si bien al borde del abismo, pero vivo. Por eso, hay que jugar, hay que jugársela. Y también hay que aprender a jugar y a jugársela. Total, la muerte es inevitable. Que VIVA EROS entonces!